De dónde vienen las ideas

La primera sensación es que vienen de dentro de mí.

Pero si me paro un momento me percato de que no soy el creador de mis ideas, sino que ellas surgen a través de mí. Soy su canal.

Jacques Lusseyran, ciego desde los 7 años, podía ver: “a la izquierda un árbol, a la derecha un muro”. Pero la “luz interior” que le permitía ver se apagaba cuando calculaba, cuando tenía miedo o cuando dudaba. 

Igual nos pasa con la creación y la generación de nuevas ideas. 

José Saramago, el escritor ibérico, Premio Nobel de literatura, contaba que las mejores ideas le llegaban mientras se afeitaba. 

A nosotros, nos vienen -sobre todo- paseando por el bosque, dejando reposar el asunto y consultando con la almohada.

Cuando nos liberamos del pensamiento cartesiano, disfrutamos de plena libertad para divagar y nos damos permiso para que emerjan todas las ideas sin juzgarlas, por más absurdas que parezcan, es cuando puede emerger una oportunidad y  aparece el “momento eureka”.

Eso es la creatividad, un proceso no racional, que fluye a través de nosotros al relajarnos tras un intenso proceso de investigación o actividad en torno a un asunto.

Es como si nos conectáramos a eso que Theilard de Chardin denominó “noosfera” o, también podríamos decir, la mente total.

Necesitamos estar relajados para poder acceder a nuestro poder creativo. En esos momentos es como si la vida nos hablara.

Y podemos asegurar con total certeza que la vida es sabia, pero también puñetera. Así que seguir sus indicaciones no resultará sencillo.

En la medida en que nuestros hijos tengan oportunidades de acceso a un mundo relajado, tendrán más oportunidades de acceder al universo de la creatividad y al camino que la vida podría tenerles preparado. 

Nuestros hijos necesitan de nuevas ideas para vivir una nueva vida. Nosotros necesitamos crear las condiciones para que surjan nuevas ideas que permitan a nuestros hijos imaginar un nuevo mundo, una nueva sociedad, una nueva humanidad.

No lo olvidemos: la realidad es el resultado del sumatorio de todas las conciencias presentes en este planeta. La contribución de cada ser humano es una parte -pequeña, pero imprescindible- para la transformación de la realidad en algo digno de ser vivido. En consecuencia, todos tenemos una -pequeña, pero imprescindible- responsabilidad.

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