Vivimos en una metacrisis, a un tiempo ecológica, política, económica, psíquica y cultural que es el resultado de nuestro completo fracaso para comprender qué es un ser humano, qué es el mundo y qué relación hay entre ellos.
El modelo en que vivimos favorece a la máquina sobre el ser humano, a lo inanimado sobre lo vivo. Es un modelo que corroe lo bello, lo bueno y lo verdadero. Un modelo en el que no hay lugar para lo sagrado.
Esta es la tesis del psiquiatra Iain McGilchrist, un estudioso desde hace más de 30 años de las diferencias entre los dos hemisferios cerebrales. (1)

Imagen de la portada del libro “The Sacred Matrix”, de Dieter Duhm
El cerebro está divido en dos partes, es asimétrico tanto en su estructura como en su función. ¿Por qué?
La diferencia fundamental entre los hemisferios cerebrales no es que una sea más racional y otro más emocional como la psicología popular ha dado a entender, sino que cada uno ha desarrollado un tipo distinto de atención al mundo.
Y el tipo de atención que prestamos al mundo es de vital importancia. Es mucho más que una función cognitiva, ya que a través de ella construimos y moldeamos el mundo que conocemos. Esto es, dependiendo del tipo de atención que utilicemos para percibir el mundo, no sólo así vemos el mundo de diferente manera sino que también contribuimos a construirlo: a través de nuestra atención.
En este sentido, el hemisferio izquierdo (que controla nuestro hemicuerpo derecho) presta una atención muy enfocada, estrecha, aislada, fragmentada, centrada en los detalles con el objetivo de captar, obtener o utilizar algo. Está al servicio de la manipulación. Por ejemplo, pensemos en un pájaro posado sobre una rama que ha visto una semilla en el suelo. Gracias al hemisferio izquierdo puede focalizar su atención para obtener el objetivo y alimentarse.
El hemisferio derecho (que controla nuestro hemicuerpo izquierdo) está atento a todo lo demás que está sucediendo mientras intentamos lograr nuestro objetivo: el entorno, la pareja, las crías, los depredadores. Su atención es amplia, sostenida, coherente, vigilante y sin compromiso respecto a lo que puede encontrar. Exactamente al contrario que la del hemisferio izquierdo. Gracias a la atención facilitada por el hemisferio derecho nuestro pájaro puede evitar, entre otras cosas, ser depredado. El hemisferio derecho está al servicio del contexto, que no es otra cosa que el mundo.
La diferencia no es tanto lo que cada hemisferio hace, sino cómo lo hace. Y dado que la naturaleza de la atención cambia aquello sobre lo que la posamos, la diferencia entre los dos hemisferios conduce a dos tipos de mundos percibidos diferentes.
Debido a lo anterior, McGilchrist afirma con rotundidad que la atención es un acto moral, que contribuye a darnos forma a nosotros mismos, así como al mundo que conocemos.
A través del hemisferio izquierdo, percibimos un mundo simplificado, al servicio de la manipulación, compuesto por elementos estáticos y aislados, que son conocidos, predeterminados y fijos; fragmentos que carecen de contexto y desprovistos de significado. Abstractos, genéricos, cuantificables, fungibles, mecánicos, sin vida. Lo que percibimos no es tanto el mundo sino una representación del mundo: bidimensional, esquemática y teórica. No es la realidad; es una mapa en el que el futuro está bajo nuestro control. Es una visión optimista, que ignora los peligros y presupone que el mundo está bajo su control.
La percepción a través del hemisferio derecho, por su parte, es un mundo de procesos fluidos, no de cosas aisladas, en el que nada es fijo, totalmente cierto, exhaustivamente conocido o completamente predecible, sino que siempre está cambiando y en constante interconexión con todo lo demás. Es un mundo plenamente presente, rico, complejo, que exige comprensión. No es un mapa, es el territorio. Donde el contexto lo es todo, donde lo que existe son totalidades y lo que realmente importa es implícito. Es un mundo de singularidad, donde la calidad es más importante que la cantidad. Un mundo esencialmente animado.
Necesitamos que ambos trabajen juntos, pero independientes; de ahí la necesidad tanto de conexión como de separación.
No somos conscientes de estas diferencias porque operan bajo en nivel de la consciencia.
Debido a su diferente y mutuamente incompatible funcionamiento, nos vemos obligados por la necesidad de coherencia a elegir una de estos dos imágenes del mundo.
En términos de nuestra capacidad para aprehender y utilizar el mundo, el hemisferio izquierdo es superior, pero en términos de capacidad para comprender el mundo el hemisferio derecho es superior. Las dos son necesarios, ambos hemisferios participan en todas las funciones cognitivas. Sin embargo, en todos y cada uno de los “portales de la comprensión”: atención, percepción, juicio, inteligencia emocional y social, inteligencia cognitiva (cociente intelectual) y creatividad McGilchrist demuestra que el hemisferio derecho es superior.
Si bien la atención prestada por el hemisferio derecho es superior y debe predominar en la definición de metas y en la toma de decisiones, la prestada por el hemisferio derecho es muy útil en la posterior fase de concreción y consecución práctica para, finalmente, recibir la supervisión de la acción nuevamente por parte de la atención integrativa del hemisferio derecho.
De hecho, el hemisferio izquierdo, por sí solo, sin la participación de su contraparte, ha sido descrito repetida, y literalmente como delirante. La negación de los hechos y las creencias delirantes son mucho más comunes en asociación con el daño al hemisferio derecho. El hemisferio izquierdo nunca duda de que tiene razón, nunca se equivoca, nunca tiene la culpa, que siempre es de otro.
Es interesante la profunda relación entre las características de la esquizofrenia y la preponderancia del hemisferio izquierdo.
Hoy vivimos en un mundo cuya comprensión está limitada en gran medida al hemisferio izquierdo. El sirviente, en quien el señor ha delegado ciertas funciones, ha usurpado el poder de su señor.
Algunas consecuencias de ello son:
- la incapacidad para ver el panorama general, tanto espacial como temporal,
- la pérdida de la sabiduría,
- la comprensión reducida a mero conocimiento,
- el conocimiento reducido a mera información,
- la pérdida de habilidad y juicio derivados de la falta de experiencia,
- la separación entre mente y materia, lo que produce una tendencia hacia la abstracción, así como la degradación de la materia como mero recurso para su explotación,
- el crecimiento exponencial de la burocracia, la administración y procedimentación de la vida,
- la pérdida del sentido de singularidad de las cosas y las personas,
- la sustitución de la calidad por la cantidad,
- el abandono de los matices en favor de la polarización,
- la pérdida de sensatez en favor de la racionalización,
- el diseño de sistemas no para los seres humanos, sino maximizar la utilidad,
- el aumento de la paranoia y desconfianza,
- el aumento de la agresividad.
Si nos fijamos con atención podemos comprobar que la inmensa mayoría de estos síntomas también están presentes en el proceso de escolarización. Esto tiene todo el sentido, dado que la institucion escolar es un producto, y a su vez un instrumento, de una visión del mundo construida desde la dominancia del hemisferio izquierdo (algorítmica) y la inhibición del hemisferio derecho (holística). De este modo, el proceso de escolarización es parte activa en la alimentación y reproducción de este modo de atender al mundo y, por ello, de construirlo.
La burocratización en la institución escolar es colosal. Los docentes dedican un 25% de la jornada laboral a la burocracia. El 85% de los profesores se quejan de ello. El tiempo dedicado a los papeles es tiempo no dedicado a las personas. (2)
Seguramente habrá acuerdo en que la máxima más importante en lo que al proceso de educación de una persona sea la que presidía la entrada al templo de Delfos: “Conócete a ti mismo”. Sin embargo, la institucion escolar ignora la completamente. Quizá debido a que su propósito, no sea realmente la educación del ser humano. Ni el autoconocimiento, ni la autorrealización forman parte de la misión del sistema escolar. Quizá su meta final sea otra. Más bien la instrucción. Sin embargo, la ausencia de autoconocimiento es la raíz del fracaso en la comprensión de qué es un ser humano. Ese autoconocimiento es el que nos conduce a la sabiduría, algo que brilla por su ausencia en la institución escolar.
Una prueba evidente del dominio de la atención del hemisferio derecho en la escuela es la falta de realidad, de experimentación. La inmensa mayoría del tiempo y la actividad no están referidas a la realidad, sino a representaciones de la realidad. En la escuela aprendes a descifrar el mapa de un territorio ignoto, a extramuros del aula. El contenido del currículum es mera representación. Es su propia naturaleza y, por tanto, su tendencia. De la misma manera que el sistema económico capitalista asimila a sus propios parámetros cualquier idea, concepto que pudiera poner en peligro su identidad convirtiéndolo en otro negocio más cuya única lógica sea la continuación del incremento de los beneficios monetarios (qué mejor ejemplo que la proliferación de macroinstalaciones fotovoltaicas en nombre de la “defensa del medio ambiente” al mismo tiempo que desertizan el territorio y extinguen la vida), de igual manera la escuela asimila a su naturaleza de representación cualquier novedad o innovación (por ejemplo, la creación de temas o unidades didácticas que detallan la importancia de la naturaleza y los ecosistemas en centros escolares que resultan ser ecosistemas en los que domina con exclusividad una única especie).
Esta tendencia a la abstracción tan propia del hemisferio izquierdo se manifiesta igualmente en práctica ausencia del cuerpo y la habilidad manual en el proceso escolarizador. Lo corporal y, especialmente, lo manual, están minusvalorados en la sociedad en general y en la escuela en particular. Lo abstracto es el culmen. La falta de aprecio por lo concreto, por lo manual, fomenta una degradación de la materia como mero recurso para ser explotado, la pérdida de la sacralidad de la materia.
El diseño estructural de la institución escolar masificada despersonaliza; su currículum uniforme, idéntico para todos, uniformiza, desvincula de la propia voz interior, singular, única.
La obsesión por la cantidad es notoria: cada vez hay más conocimiento; por tanto, es necesario comenzar antes la lectoescritura, la escolarización obligatoria más larga, no hay tiempo para tanta materia.
Existe un abismo entre docentes y alumnos donde no se llega a lo profundamente humano que hay en cada persona. Los profesores se quejan de la falta de respeto personal y de compromiso con el proceso de aprender de los alumnos. Requiere más tiempo y atención mantener la disciplina y el orden que el propio acto didáctico. (3) Los alumnos están forzados a acudir a la escuela o el instituto y no desean participar; los profesores desean abandonar (en torno al 20% declaran que dejarán la profesión), el 40% sufre ansiedad laboral,…) (4)
El aumento de la violencia y la agresividad dentro de los centros escolares manifiesta la ausencia de confluencia en los objetivos e intereses de los distintos grupos sociales implicados (alumnos, docentes, madres y padres). El 60% de los alumnos dice hacer sufrido algún episodio de acoso ,(5) cerca del 50% de los profesores ha vivido situaciones violentas; (6) en secundaria esa proporción escala hasta el 79%. (7)
Este panorama resulta elocuente por sí mismo.
Transformar la escolarización en educación sería una fuerza de empuje para la superación de esta metacrisis, que -sobre todo- es una crisis de identidad: ¿quién soy? En el momento en el que todas las acciones educativas tengan como meta última contribuir a responder a esta pregunta estaremos transformado el gusano de la escolarización en la mariposa de la educación. Y todos los actores (políticos, administradores, profesionales, familias y estudiantes) tenemos un papel en ello.
Ofrecer autonomía para tomar decisiones sobre su propia vida, limitadas por sus efectos indeseados en los demás (incluyendoel mundo no humano) y asumiendo las consecuencias de las mismas con responsabilidad, ya sería un salto cualitativo con consecuencias colosales. Ajustar el nivel de decisión al momento evolutivo es, quizá, uno de los aspectos más difíciles de discernir, aunque la experiencia nos dice que el margen es ampliamente mayor que la media actual, tanto en el seno de las familias como en las instituciones escolares. La compañía de adultos respetuosos, pero firmes en los límites funcionales, cariñosos, empáticos y dialogantes, mediadores de conflictos es imprescindible en esa tarea.
Saber que, en buena medida, el transcurso de mi vida depende de mis propias decisiones, que si traspaso ciertas fronteras voy a encontrar límites claros, pero respetuosos por parte de los demás, que si me equivoco, siempre que no sea una cuestión de seguridad, estoy obligado a asumir las consecuencias de mis actos y aprender de ellas, desarrolla la madurez. Practicarlo transforma la mentalidad, modela la actitud, fortalece la responsabilidad, empodera en la búsqueda de sentido para la propia vida, orienta en las decisiones a lo largo del camino, fortalece las relaciones y reduce la violencia, une a lo distinto, incrementa la confianza, liga al mundo no humano, integra la razón y la emoción, unifica mente y materia, no requiere de tanto control y burocracia (debido a la elevada responsabilidad), rescata el sentido de singularidad propio y ajeno, afina el juicio y el sentido común, asimila información y facilita utilizar el conocimiento con sabiduría.
El camino es pedregoso, irregular, lleno de maleza, poco definido, con frecuentes encrucijadas que nos fuerzan a cuestionarnos qué decisiones tomar, teniendo en ocasiones que volver atrás para tomar la otra dirección. No obstante, la dificultades, las inseguridades, las incertidumbres y los riesgos, merecen ser transitado.
No dar por supuesto que lo que existe es lo mejor, significa cuestionar y crear una opción, en el nivel en el que cada cual se encuentra. Seguramente no hay un único camino. Nosotros transitamos uno que, con pena, pero también con gloria, nos acerco, nos acerca aún -creemos- a la gruta del tesoro. Ese lugar en el que uno de encuentra consigo mismo y siente el chispazo de energía que fusiona mi ser con mi hacer, ese lugar en el que soy quien he venido a ser.
El día que la educación se ocupe verdadera y profesionalmente de facilitar el camino hacia la pregunta quién soy, ese día comenzará una transformación radical. Es el primer paso para transformar nuestra comprensión del mundo y sanar nuestra relación con él. Ese camino de descubrimiento, transformación y sanación requiere para iniciarse, necesariamente, del pleno ejercicio de la libertad responsable.
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(1) La primera parte de este texto está basado en la conferencia impartida por Iain McGilchrist en el Darwin College Lecture Center, en la Univ. de Cambridge en febrero de 2024
(2) https://intersindicalrm.org/ensenanza/wp-content/uploads/2023/06/INFORME-STOP-BUROCRACIA.pdf
(3) https://www.esade.edu/ecpol/wp-content/uploads/2025/03/AAFF_ESP_EsadeEcPol_Policy-Brief49_EstadoprofdocenteEsp_mar25_final.pdf
(4) https://www.grupo-sm.com/sites/sm-espana/files/resources/imagenes/Comunicaci%C3%B3n/FundacionSM/educobarometro/El-profesorado-en-Espa%C3%B1a-2023_OES-FSM.pdf
(5) https://www.lavozdelsur.es/actualidad/educacion/espeluznantes-datos-terrorismo-escolar-destroza-autoestima-muchos-casos-vida_327481_102.html
(6) https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20250505/profesores-escuela-publica-denuncian-insultos-117036788
(7) https://www.europapress.es/sociedad/educacion-00468/noticia-casi-80-profesores-secundaria-colegios-publicos-sufrido-agresiones-amenazas-alumnos-csif-20231127104945.html