Una anomalía es algo extraordinario, que se sale de lo normal; entendiendo normal como lo frecuente o lo aceptado, pero no por ello lo verdadero ni lo adecuado.
En este sentido, la experiencia que ha significado ojo de agua en el panorama de la educación española en el primer cuarto del siglo XXI es, en toda regla, una anomalía.
Toda experiencia humana es imperfecta, tiene limitaciones, fallas, etc.; y la experiencia de ojo de agua no es distinta en eso.
Pero también es cierto, y aquí está lo que consideramos su verdadero valor, que esta experiencia ha mostrado que algunos de los axiomas elementales del modelo de educación predominante en nuestra actual sociedad no son absolutos.
Esto significa que con un enfoque estructuralmente diferente del de la educación escolarizada convencional es perfectamente posible lograr el cumplimiento del derecho a la educación que tienen y merecen todos los niños. Y, además, producir salud y bienestar (efectos secundarios muy deseables).
Así lo testificamos.
Cuando un espíritu que está imbuido por acercarse a la verdad, encuentra una anomalía puede mirar para otro lado o bien explorarla más a fondo para descubrir qué puede aportar ese punto de luz que manifiesta una limitación del sistema aceptado.
Educación no es escolarización. La educación es el fin, la meta. La escolarización solo es un medio (y no el único) para lograr tal fin. Si la escolarización deja de ser un medio para lograr un fin y se convierte en un fin en sí mismo, se desnaturaliza el propósito original. Confundir fines y medios suele llevar a perversiones indeseables.
Identificar educación y escolarización obligatoria solo sirve al propósito de control, no responde al interés superior del menor.
La mente burocrática que domina nuestra civilización actual sobrerregula en exceso. Para optimizar el potencial de la comunidad educativa de nuestra sociedad necesitamos mucha más flexibilidad y libertad responsable en el ámbito educativo y mucha menos burocracia y control deshumanizador.
Cuanta más burocracia, más confundimos el mapa con el territorio, más nos enfocamos en la representación de la realidad y menos en la realidad misma. Más importa el papel y menos las personas. Más rigidez y menos sentido común.
La experiencia ojo de agua ha estado basado en la confianza. Confiar es fiarse, es tener fe. No una fe religiosa, sino una fe en los seres humanos y, especialmente, en los niños.
Es adecuado que el estado ofrezca una opción educativa para garantizar el derecho a la educación sin coste monetario para quien lo desee. Pero fuera de ello, debería haber una mínima regulación y muchísima más pluralidad de planteamientos educativos (estructurales, no solo superficiales).
Nuestra tesis: podemos formar seres humanos conscientes y ciudadanos responsables (aunque no sumisos) a través del ejercicio de la libertad responsable y del respeto a la singularidad de cada persona, el respeto por las otras personas y el respeto por el mundo no humano que nos rodea y del que co-dependemos.
Parte de nuestra tarea ahora será apoyar y distribuir ese mensaje basado en nuestro conocimiento experiencial. Sabemos que es posible. Sabemos que es saludable. Sabemos que es necesario.
Sabemos, incluso, que es urgente.
Lo que hoy es una anomalía, mañana puede llegar a ser lo normal.
De todos depende.
Seguimos en contacto dentro de unas semanas.