¡Danzad, danzad, benditos! (1)

Aquí puedes ver «La foule» de Edith Piaf interpretada por Charly Saunders Castro.

«En las sociedades chamánicas, cuando alguien se queja de sentirse enfermo, deprimido, triste o desanimado, una persona medicina le hace la siguiente pregunta: ¿Cuándo has dejado de bailar?»
Gabrielle Roth

¿Qué nos dice la neurociencia sobre los efectos positivos de la danza? (2)

“La danza es un camino para mejorar los circuitos de aprendizaje, atención y memoria (…)  no es sólo un ejercicio físico, sino que genera nuevas neuronas (neurogénesis) y sus correspondientes conexiones.”

De esta afirmación se deduce que la práctica de la danza tiene el potencial de mejorar las capacidades cognitivas de los seres humanos; también en los niños, la práctica de la danza tiene efectos positivos en sus capacidades cognitivas, algo que es de interés no sólo para el desarrollo del estudiante, sino del conjunto de la comunidad educativa y de la sociedad en su totalidad.

“Existe una relación entre bienestar, creatividad y danza.”

Esto significa que la danza no sólo produce desarrollo cognitivo, sino bienestar físico y mental. Esta es la combinación perfecta para el óptimo desarrollo del aprendizaje integrando el cuerpo y la mente al mismo tiempo que desarrollando nuestras capacidades cognitivas con placer y disfrute y desarrollando cualidades esencialmente humanas.

Antonio Damasio, uno de los más prestigiosos y reconocidos neurocientíficos actuales define que “aprender y crear memoria es simplemente esculpir, modelar, dar forma y rehacer nuestros cableados cerebrales”

Esta afirmación basada en la neurociencia tiene implicaciones de profundo calado y podría dar cabida a una remodelación radical de los procesos escolares y transformarlos en verdaderamente educativos (si hubiera voluntad de ello) del que se beneficiarían profundamente los niños, niñas y jóvenes que hoy viven con tedio, aburrimiento y desvinculación el proceso de aprender.

“Creemos que la danza es una materia, pero no es cierto, es una herramienta para aprender conocimiento. La danza es un combustible para otras asignaturas que no son la danza. Podríamos decir que la danza es una ciencia que nos permite pensar, comunicar, sentir y traducir a través de nuestras células cerebrales a cualquier edad y momento.”

Esto significa que una actividad como la danza tiene efectos positivos en otras áreas de conocimiento porque contribuye a desarrollar la arquitectura neurológica que se requiere para alcanzar dichos conocimientos.

Acabamos de ver que la danza proporciona efectos positivos potenciando los procesos de desarrollo en distintos ámbitos (corporal, emocional, cognitivo, social…) Pero lo que nos interesa remarcar a continuación es algo que va más allá de apuntar a un niño a clases extraescolares de danza.

Lo que viene a continuación es lo más interesante. 

En un entorno relajado y exento de presiones y en el que niñas, niños y jóvenes pueden decidir por voluntad propia qué actividades desarrollar, vimos que la danza es una de las preferidas.

Pero no es la única, por supuesto. Otras actividades como la cerámica, el teatro, el dibujo artístico también han tenido una alta demanda. Lo anterior no impide que otros ámbitos del desarrollo humano típicos de la estructura escolar sean excluidos en las preferencia de chicos y jóvenes, ni mucho menos. Pero sí es cierto que tienen un peso menor que el que tienen en el currículum impuesto y no elegido.

Tampoco queremos decir que todo el mundo debe dedicarse a la danza o que la danza debería ser obligatoria en el curriculum escolar. No. Lo que queremos decir es que hemos comprobado que al dar la posibilidad de que niñas, niños y jóvenes puedan construir su propio currículum a voluntad, abrimos la posibilidad de que experimenten y prueben. Con alta frecuencia, toman decisiones adecuadas.

Podríamos deducir, pues, que los niños saben más de lo que se presupone. Y es que cuando nos proponemos sistemáticamente mejorar a la naturaleza, incluida la humana, solemos producir más daños que beneficios: medicalización de los partos, leche maternizada, tacatacas, etc. El caso de la estructura escolar no es distinto. Los niños saben más de lo que se presupone. En cada etapa de su desarrollo, dado el contexto adecuado, están capacitados para tomar las decisiones necesarias que optimicen su desarrollo. Nosotros, los adultos, somos los responsables de crear ese contexto físico, emocional, cognitivo y social.

En ese contexto, las personas, los seres humanos son el ingrediente más importante. Por eso, hablando de danza aquí, es el momento de reconocer la labor y la dedicación que entregó  durante años y años como facilitadora de los talleres de baile en ojo de agua Raquel Sánchez Roca. Madre de dos hijos, comprometida en la confianza en ellos, formando parte de las familias de ojo, entregó su tiempo, su energía y su talento logrando que muchas chicas y (menos) chicos amaran la danza. Charly, que en el video interpreta «La foule» de Edith Piaf, es una de ellas. No ha sido la única. Muchas otras madres y padres en otras áreas han sido prueba evidente de que una educación no profesionalizada ni burocratizada, pero llena de entusiasmo, compromiso y amor ha sido y es posible.

La conclusión a que nos lleva nuestra larga experiencia es que el hecho de acompañar y confiar en los niños en su proceso de desarrollo -sin imponer un currículum ni una estructura rígida como la escolar, sino propiciando un entorno flexible, que se adapta a sus necesidades y respeta sus ritmos- lo que produce no solo es aprendizaje, sino -sobre todo- madurez.

La inmensa mayoría de las personas que visitaron ojo de agua, especialmente si tuvieron la oportunidad de presenciar una de las asambleas semanales, al acabar la visita y despedirse se mostraban sorprendidas por la gran madurez que demostraban en su cotidianeidad niños y jóvenes de todas las edades. 

Pero, ¿qué cosa es eso de la madurez? Pues. “buen juicio o prudencia, sensatez”.

La siguiente pregunta debería ser si una persona que alcanza el buen juicio, la prudencia y la sensatez hará elecciones adecuadas en lo que a su vida se refiere. Quizá podamos estar equivocados, pero resulta evidente que la respuesta es sí: lo harán. Lo que no equivale a que esas decisiones estén exentas de error.

Así que nos encontramos con un círculo virtuoso: libertad responsable, respeto mutuo, límites funcionales y compromiso con los intereses de los niños, nos conduce a un mayor grado de madurez, que -a su vez- nos lleva a decisiones de aprendizaje maduras y adaptadas a la singularidad irrepetible de cada ser humano lo que incrementa la libertad responsable y el respeto mutuo.

No encontramos una manera mejor de facilitar el desarrollo de la siguiente generación.

Otra cuestión es por qué seguimos aceptando y sometiéndonos a esta antigua, caduca, rígida, limitante y represora estructura escolar. 

Es evidente a ojos de cualquiera a día de hoy: la estructura escolar no favorece el placer por aprender. Sin embargo, los niños -dadas unas condiciones contextuales mínimas- adoran explorar y aprender del entorno. ¿No deberíamos preguntarnos por qué sucede esto?

El hecho de que los límites legales de la educación impidan otras opciones educativas distintas de la estructura escolar habla de lo peligroso que es para “el poder” aceptar un desarrollo verdaderamente humano.

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  1. “Danzad, danzad, malditos” es la traducción al español del título de una película dirigida por Sidney Pollack en la que los personajes compiten descarnadamente un maratón de baile. El título de este texto quiere reflejar una faceta mucho más luminosa de la danza.
  1. Los entrecomillados corresponden al artículo Pinós-Pey, K., Neurociencia y danza. La danza, alimento para el cerebro, en:
    https://www.uv.mx/danza/files/2018/03/Neurociencia-y-la-danza-2.pdf

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