El pediatra Remo H. Largo en su obra «Individualidad humana» resalta la importancia de potenciar la singularidad de cada ser humano como camino para lograr mayor sentido de plenitud en la vida.
El Dr. Largo fue durante 25 años director de los denominamos «estudios longitudinales de Zurich». Esa experiencia le permite disponer de una visión de largo plazo sobre cómo se desarrollan los niños y cómo, las personas adultas, podemos acompañarlos/as en ese proceso.
A consecuencia de sus investigaciones, ha desarrollado el «principio de ajuste», que afirma que todo ser humano, con sus necesidades y capacidades aspira a vivir en armonía con el mundo que le rodea para así realizar su esencia y está basado en el hecho de que cada/a niñ/a nace con un potencial de desarrollo particular y un tiempo propio de maduración y manifestación de sus características y capacidades. Dependiendo de las condiciones en que vive, puede agotar todo su potencial de diferentes maneras. Pero aún en condiciones óptimas, los niños no pueden trascenderlo, no es posible ampliar por ningún medio el potencial de una persona.
Los elementos que configuran este «principio de ajuste» son:
- Cada ser humano es único.
- Cada ser humano quiere satisface sus necesidades básicas.
- Cada ser humano quiere desarrollar y usar sus competencias.
- Cada ser humano desarrolla sus propias ideas y convicciones.
- Cada ser humano tiene su propias experiencias, que determinan su individualidad
- Cada ser humano aspira a vivir en armonía con el entorno.
Los seres humanos no pueden vivir cualquier tipo de vida, sino sólo la suya propia.
Los estudios de genética del comportamiento demuestran que «a lo largo de la infancia, los/as niños/as determinan cada vez más su crecimiento» y propone las siguientes pistas sobre cómo debemos tratar con los niños:
- El niño es activo: se desarrolla por sí mismo, lo guía la curiosidad.
- El/la niño/a quiere aprender por si solo: las experiencias forzadas le hacen perder motivación para aprender.
- El/la niño/a es selectivo en su aprendizaje: no es una esponja que absorbe todo lo que le ofrece el entorno. No buscará cualquier experiencias, sino solo las que en su estado actual de desarrollo impulsen su crecimiento.
- El/la niño/a influye en su entorno social con su personalidad y su comportamiento: influye a su vez sobre el modo en que los/as adultos/as se relacionan con él.
- Cuanto mayor se hace el/la niño/a, tanto más depende de él/ella qué experiencias quiere tener y lo que de ellas interiorice: los/as adultos/as solemos sobreestimar la influencia que podemos ejercer sobre el/la niño/a. Pero somos responsables de algo en extremo, que es proporcionar al niño/a suficientes experiencias. Con nuestra manera de conformar su entorno determinamos de modo decisivo el grado en que sea capaz de desplegar sus aptitudes naturales. No obstante, hay que tener en cuanta que si un/a niño/a no está suficientemente alimentado, crecerá menos; pero si lo sobrealimentamos, no crecerá más, sino que engordará.
Es extremadamente importante que el/la niño/a pueda aprender por sí mismo, por dos razones:
- Cada niño/a diseña sus propias estrategias para conectar del mejor modo posible lo que aprende con sus capacidades y conocimientos existentes.
- Las experiencias de aprendizaje solo se interioridad de modo permanente cuando pueden enlazar las capacidades, las habilidades y los conocimientos ya adquiridos.
Los seres humanos buscan de forma intencionada experiencias con las que satisfacer sus necesidades básicas, desarrollar y emplear su competencias y formarse ideas propias. Con los años forman su individualidad con las experiencias que ellos mismos han elegido porque nadie puede vivir en contra de sus necesidades básicas y sus competencias.
A continuación enlazamos una conferencia de Remo H. Largo en la que sintetiza su visión del desarrollo infantil.