Libertad y expectativas

Un contexto social con el menor juicio posible es el ecosistema más propicio para que un ser humano pueda expresarse como quién auténticamente es.

Cuanto menor juicio, mayor libertad de expresión personal. 

(Lo anterior no quiere decir que “toda expresión personal vale”)

Si creamos un contexto para que un ser humano se exprese de manera auténtica, dicha expresión puede satisfacer nuestras expectativas.

O no.

Puede haber, entonces, dos escenarios:

  • Su expresión genuina satisface nuestras expectativas; entonces, nos sentimos satisfechos: suele ser un caso bastante infrecuente.
  • Su expresión genuina no satisface nuestras expectativas; entonces, se abre una gran oportunidad para que todas las partes involucradas puedan conversar y aprender. Suele ser también bastante infrecuente: solemos preferir imponer nuestro criterio.

Imagina que das la libertad a un hijo para decidir qué hacer. Y decide mantenerse tumbado en el sofá.

Ese no hacer nada es como una “mala hierba”: no es “mala” per se, sólo es una indicadora del contexto.

Podemos ignorar a nuestro hijo e imponer nuestro criterio.

O podemos dar atención a ese indicador y comenzar a conversar con honestidad sobre lo que nos sucede: cómo nos sentimos con lo que percibimos, los miedos que nos desata,…

Ese proceso de diálogo, si es honesto, seguramente, será una gran oportunidad para que todas las partes podamos aprender.

Aprender a tomar decisiones (sin que nadie exima a nadie de sus consecuencias) es trabajo muy arduo. Y no está exento de errores. De hecho, los errores son la fuente más caudalosa de aprendizaje.

Una persona que ha disfrutado de la oportunidad de tomar buena parte de las decisiones cuyas consecuencias afectan exclusivamente a su vida (exceptuando aquellas que involucran condicionantes comerciales), seguro que cometerá errores. Más aún: cometerá muchos errores.

Pero también es muy probable que:

  • aprenda a saber lo que quiere y 
  • e identifique que -en buena medida- él mismo es el actor principal de su vida: con un locus de control interno fuertemente desarrollado.

Nota: Locus de control interno es un concepto de la psicología que se define como la creencia de que somos capaces de controlar y decidir libremente sobre nuestra vida frente al locus de control externo que es la creencia de que no tenemos control sobre los eventos vitales porque son responsabilidad de factores externos.

Como en tantos otros ámbitos vitales el óptimo no está en los extremos.

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