Lucidez terminal

¿Y si lo que llamamos mente no fuera un producto de la actividad cerebral como se “cree” actualmente?

Sin duda, tendría unas consecuencias colosales para nuestra comprensión de cómo conocemos y, derivado de ello, de cómo aprendemos; especialmente, en estos tiempos de materialismo educativo cerebrocéntrico.

Hay varios tipos de evidencias que apoyan la hipótesis de que la mente no es un derivado de la actividad electroquímica cerebral, nos cuenta Jordi Pigem en su reciente obra “Conciencia o colapso”. (1)

El primero son las llamadas “experiencias cercanas a la muerte”, con miles de casos documentados por psiquiatras, cardiólogos y otros especialistas. La mayoría de estos casos son de personas que se encuentran en una situación de muerte cerebral con un electroencefalograma plano y no deberían tener ningún tipo de experiencia sensorial o de conciencia. Sin embargo, “recuerdan” hechos que, por ejemplo, sucedieron en la sala después de su muerte clínica. O personas ciegas de nacimiento que describen lo que sucedía a su alrededor, incluyendo el aspecto físico de médicos y enfermeras, los colores o detalles de su ropa o sordos que refieren lo que se oía a su alrededor. (2)

Un segundo tipo de evidencia son las experiencias denominadas de “lucidez terminal” que se producen cuando algunas personas (también niños) que sufren graves enfermedades neurológicas y que a menudo han perdido la capacidad para hablar o de reconocer a sus allegados, recuperan la claridad mental y la memoria unas horas o unos días antes de morir; todo ello con un cerebro neuronalmente tan deteriorado que no se podría esperar este tipo de actividad. (3)

En tercer lugar, están los casos de personas perfectamente normales en inteligencia y comportamiento que, cuando se les hace un escáner, resulta que tienen la cavidad craneana básicamente llena de líquido (hidrocefalia) y muy poca masa cerebral. En 1.980, Science informó del caso de un estudiante inteligente y “socialmente normal” que había acabado la carrera de matemáticas con la máxima nota, pero que, informa el investigador John Lorber, casi no tenía cerebro:

“Cuando le hicimos un escáner (…) vimos que en vez del grosor normal de 4,5 centímetros de tejido cerebral entre los ventrículos y la superficie cortical, había una fina capa que medía 1 milímetro más o menos. Su craneo estaba lleno sobre todo de líquido cefalorraquídeo”. (4)

O los casos de personas con trastornos disociativos de identidad que pasan de unas identidades ciegas a otras que ven perfectamente. Los investigadores comprobaban que al pasar a una identidad ciega, en cuestión de segundos cesaba la actividad cerebral, asociada a la visión, pese a que sus ojos seguían abiertos. (5)

Todo esto sirve para contextualizar la siguiente petición de colaboración que nos envía el investigador de la conciencia Álex Gómez-Marín (6) sobre lucidez terminal. Nos dice Álex:

“Necesitamos más casos de adultos que hayan presenciado episodios de «lucidez terminal» en otros adultos. Estamos traduciendo el siguiente formulario de preguntas al español, pero de momento si conocéis a alguien que haya presenciado un episodio y lo pueda completar en inglés, os lo agradeceríamos muchísimo, pues estamos a punto de completar esta fase de la investigación y necesitamos un empujón final. Por favor comparte este mensaje con quienes creas que pueden contribuir. Gracias”.

En el siguiente enlace podéis acceder a la encuesta. Agradeceríamos que compartiérais esta petición, si os parece interesante ayudar a completar esta investigación.

https://app.onlinesurveys.jisc.ac.uk/s/northampton/terminal-lucidity-adult-survey

Habrá personas pensarán que el hecho de que el cerebro no sea el productor de la mente influye en nuestro cotidiano actual rol de progenitores, acompañantes, maestros o profesoras en poco o nada.

Quizá, no.

Quizá saber que hay territorios mentales ignotos en nuestros hijos, alumnos o en los niños que nos rodean (y en nosotros mismos como adultos), pueda darnos la oportunidad de transformar nuestra mirada, agudizar nuestro estado de conciencia y dar atención a pequeños y sutiles detalles que, seguramente nos pasan desapercibidos cuando vivimos en “piloto automático”; detalles que, quizá, nos permitan ampliar la concepción del niño como simple y mera máquina bioquímica y podamos llegar a verlo como un ser de una enorme, delicadísima y, seguramente, inalcanzable complejidad. 

Si eso llegara, entonces habríamos entrado (aunque no es la única forma) en la senda de criar y educar con respeto contribuyendo, un poco más, a la transformación del mundo.

En nuestra experiencia el hecho de que las acciones -y, por tanto, las relaciones- se acometan desde esa premisa, ya produce cambios inusitados: suceden cosas que no puedes explicar desde la perspectiva mecánica cerebrocéntrica. Quizá uno de los mayores desafíos es acometer nuestra labor de criar y educar sin certeza. Esto no significa que debemos ignorar todo lo que se descubre y se investiga, al contrario. Pero, en última instancia, las decisiones (y las consecuentes acciones) han que tomarse -una vez acumulada toda la información posible- desde la coherencia interna que proporciona la intuición.

También resulta necesario señalar que no se trata de sustituir -sino de ampliar- nuestra concepción del desarrollo humano en general y del proceso de aprendizaje en particular. Una perspectiva holística y trascendente del ser humano viene a completar la perspectiva mecanicista, reduccionista y materialista. No la sustituye; si bien, ésta deja de ser la única.

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(1) Pigem, J. (2024), Conciencia o colapso, Fragmenta, Barcelona, pp. 59-61

(2)  Véase los videos en Youtube del Dr.  Manuel Sans Segarra sobre el tema; Van Lommel, P. (2020), Conciencia más allá de la vida, Atalanta, Vilaür; Fenwick, P. y Fenwick, E. (2015), El arte de morir, Atalanta, Vilaür, citado en Pigem, (2024)

(3) Nahm, M., Greyson, B. y otros, “Terminal lucidity. A review and a case collection”, Archives of Gerontology and Geriatrics, vol. 55, num. 1, julio-agosto de 2012, p. 138-142 citado en Pigem (2024)

(4) Lewin, R., “Is your brain really necessary?”, Science, vol. 210. num. 4475, 12 de diciembre de 1980, p. 1232 ó Fruillet, L. y otros, “Brain of a while white-collar worker”, The Lancet, vol. 370, 21 de julio de 2007, p. 262, citado en Pigem (20204)

(5)  McGilchrist, I. (2023), The matter with things, p.1080-1081, Perspectiva Press, en Pigem, J. (2024)

(6) Álex Gómez-Marín vivió una experiencia cercana a la muerte que describe en “What happens when the mind when the mind dies?”, Organisms: Journal of biological Sciences, vol. 6 (1), 2023, p. 5153, citado en Pigem (2024)

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