¿A qué hemos venido aquí? ¿A aprender a vivir? ¿No sería por eso que la educación debería contribuir al desarrollo de la inteligencia vital en la infancia? Esto es, no tanto la capacidad para aplicar un conjunto de reglas, sino la capacidad para desenvolverse en un entorno cambiante y responder de la manera más acorde a su autorrealización?
La actividad inteligente es inherente a la vida. No es un atributo externo que se adquiere, sino que está presente en todo lo que hace y es un ser humano.
Convocamos un nuevo seminario sobre educación en el que presentamos una respuesta educativa creativa que, creemos, contribuye al forjar en la siguiente generación una inteligencia íntimamente conectada con la vida.