Son dos caras de la misma moneda. En ojo de agua los niños y jóvenes gozan de un amplísimo margen para desarrollar las actividades que necesitan para su propio desarrollo. En contrapartida, el ambiente también les exige un grado de responsabilidad acorde al nivel de desarrollo y al grado de libertad de que disfrutan. Si bien, en este aspecto no es igual el manejo con una niña de tres años que con un joven de catorce. En ojo de agua hay límites firmes y claros y todas las personas que conviven en el ambiente son partícipes con voz y voto en la asamblea, en la que se toman, entre otras, decisiones sobre las reglas que permiten la convivencia funcional en el ambiente. PARA SABER MÁS: “Libertad, límites y responsabilidad”